Era joven y lleno de vida. Había llegado desde Colombia a Madrid para continuar sus estudios. Sus padres, que vivian por entonces en Lanzarote, colombianos migrantes, a efectos de la crisis tuvieron de nuevo que levantar vuelo y migrar a Cuenca. Allí había trabajo para Román, su padre, y la familia decidió ubicarse allí.
Pero
pronto, sin casi tiempo para acomodarse e intregrarse en aquella tierra
castellana, Juan José fue afectado por una grave enfermedad: cáncer de
médula. El camino duro, lleno de dificultades y penurias, agravado por
la situación económica empezaba hace tres años.
Román
y Emi, su mujer, son un matrimonio colombiano. Se instalaron en
Lanzarote en busca de mejorar, y se integraron en mi parroquia. Pronto,
el roce y la asistencia a la Eucaristía de cada día despertó cercanía y
amistad entre los feligreses de la comunidad. Así nos conocimos. Eran
creyentes comprometidos. Vivieron un cursillo de cristiandad conmigo, y
todo transcurría bien.
Por
los motivos ya señalados disidieron acepta la oferta que tenían en un
pueblo de Cuenca, y para allá partieron. Uno de sus hijos se les unía
con el fin de continuar sus estudios en Madrid, y ocurrió lo que ustedes
ya saben. Hoy, 28 de octubre 2013, ha terminado. En mis oraciones de
cada día rezaba por la salud de Juan José y creo que no he dejado ningún
día de hacerlo durante estos tres años. Espero que él, desde el cielo,
rece por todos nosotros para que seamos capaces de cargar con nuestras
cruces,como él ya hizo.
Elevamos nuestras oraciones para que el Señor en su Misericordia, acoja a Juan José en su Gloria.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.