Cuando se nos propone ser el último, o simplemente no buscar los primeros puestos, todo se nos trastoca y se nos pone de revés. En el mundo que vivimos, su lógica es trepar hacia los primeros puestos y alcanzar los lugares de más privilegios y poder. No hacer esto se toma como anormal y se tacha de ser bobo e idiota.
Y si a toda esta propuesta se nos incluye el no mirarnos, olvidándonos de nosotros mismos, la problematica es aun mayor. Vivir sin vivir sino pensando en el bien de los demás es cosa muy complicada y se nos antoja casi imposible. Sin embargo, eso nos lleva a descubrir la presencia de Jesús de Nazaret, verdadero autor de esa propuesta. Nos propone humillarnos y no ensalsarnos; ser servidores, en lugar de ser servidos; buscar los últimos puestos y morir a nuestros egoísmos.
Y nos promete que en y con Él podemos encontrar respuesta a esa propuesta de amor. Porque, Él primero, nos ama de esa manera. Se pone el último y se abaja hasta lavarnos los pies. Él se pone en cabeza y nos invita a seguirle. Carga no sólo con su Cruz, sino con la cruz de cada uno de nosotros y entrega su vida para liberarnos de la esclavitud a la que estamos encadenados en este mundo.
Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y en, con y por Él podemos lograr vencer las apegos que nos esclavizan en este mundo.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.