domingo, 23 de junio de 2013

¿Y TÚ QUE CREES?



No coincide siempre lo que se dice con lo que se cree. Podemos afirmar que se dice esto, pero nosotros tener una opinión muy diferente. Es importante saber que pienso y en que creo. Y esa es la pregunta que Jesús me dirige hoy a mí: ¿Y tú qué dices de mí?

No cabe duda que de decir que Jesús es el Hijo de Dios verdadero no supone seguirlo. Puedo creer en Él y puedo no vivir en Él. De hecho, hay mucha gente que se confiesa creyente pero sigue sus propios impulsos y criterios, y no los de Jesús.

Creer en Jesús, no es solo confesarlo sino vivirlos con todas sus consecuencias: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará».

Creer en Jesús es seguirle, y eso se nota y tiene un singular modo de hacerlo: "Amar, porque ese fue el estilo que Él vivió, olvidando sí mismo y dándose gratuitamente, por amor, al servicio de los demás hasta el extremo de entregar su propia vida. ¿Estamos nosotros en esa actitud? ¿Y nos esforzamos por llegar a vivirla? Esa debe ser nuestra lucha y nuestra meta, sin perder la confianza de que no estamos solos. Contamos con la presencia del Espíritu Santo, que nos acompaña y nos asiste en nuestras debilidades.

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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.