domingo, 14 de abril de 2013

DE DOMINGO A DOMINGO



Llegamos a cansarnos. Cada día siempre la misma rutina y muchas veces el mismo fracaso. No adelantamos y nos parece estar dando martillazos sobre una roca que nunca cede. Nos ocurre que no vemos los frutos ni tenemos la sensación de lograr algo positivo. Nuestro trabajo no se ve recompensado con la perseverancia de aquellos que reciben el mensaje de Jesús por nuestra humilde predicación.

¿Qué hacer? ¿Regresamos a la rutina diaria? ¿Volvemos a lo mismo? ¿Nos instalamos, en el mejor de los casos, en la comodidad y en la resignación? Sin lugar a duda, necesitamos la presencia del Señor y confiar en Él y en la acción del Espíritu Santo.

No perdamos la esperanza ni busquemos resultados. Habrá quien recoja los frutos y quien vea los resultados de nuestro humilde trabajo. La Gracia del Señor es la que da frutos en nosotros, y a nosotros solo nos toca dejarnos invadir por Ella para que la pesca sea abundante y provechosa. 

Echemos las redes de nuestra evangelización y de nuestro torpe y humilde trabajo y confiemos en el Señor. Nada queda fuera de su vista y de su amor, y en ÉL todo será provechoso y bueno. Tratemos de amar a su estilo y no nos preocupemos por otras cosas. El simple y pequeño amor dará sus frutos.

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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.