El Papa Juan Pablo II con Michael Anderson que dirigió
'The Jeweller´s Shop'
El Papa Juan Pablo II escribió sobre las dimensiones de la fidelidad.
Es difícil asignar dimensiones a algo que va más allá de la presencia física y
que trasciende nuestra identidad, pero en su obra publicada en Inglés como ‘Love & Responsibility’, nos ilustra
los pasos fundamentales:
1.
Búsqueda. Implica buscar pacientemente y con
generosidad a la persona con quien deseamos compartir el resto de nuestra vida.
Si esta búsqueda no se realiza teniendo en cuenta los valores, será imposible
ser fiel y feliz. La fidelidad no es una consecuencia del amor, en
realidad antecede a la relación misma, ya que empieza en esta primera dimensión
que cita Juan Pablo II. Debemos descubrir qué valores e ideales buscamos y cómo
estamos dispuestos a corresponder. Esta rectitud de intención nos permite
superar el egoísmo y abrir mejor nuestro corazón.
2.
Aceptación. Estar dispuesto (a) a aceptar al ser
amado como es y confesarle una firme disponibilidad a confrontar todas las
situaciones de la vida –sean buenas o malas- deseando y procurando lo mejor
para el ser amado.
3. Coherencia. Vivir
según el compromiso de amor, estar dispuestos a aceptar incomprensiones, buscar
soluciones, mantener el diálogo y evitar la ruptura. Este es el centro más íntimo del núcleo de la fidelidad.
4. Constancia.
La coherencia debe durar toda la vida. Es relativamente fácil ser coherente, un
día, o dos, o tres o más, pero la coherencia debe perdurar. Puede ser fácil ser
coherente en la hora de la exaltación, pero puede ser difícil serlo en la
tribulación. La coherencia que dura toda
la vida constituye la fidelidad. La constancia nos permite ser fieles aún en
las tinieblas, de tal manera que la luz de la fidelidad continúa brillando
entre las tinieblas.
Observemos ciertas características de los
anillos de matrimonio que reflejan estas dimensiones: Fueron entregados con la bendición
de Dios, son preciosos, resistentes, un círculo cerrado, los dos son
iguales, fueron fundidos, no se salen, se van desgastando, pueden perderse, el
dedo se amolda al anillo y puede necesitar ajustes. El anillo puede reflejar el
estado que guarda la vida matrimonial. Juan Pablo II, que también fue
dramaturgo, escribió una dialéctica obra que fue llevada al cine como ‘The
Jeweller´s Shop’, estelarizada por Burt Lancaster. Obtuvo el Oscar por el guión
en 1962. En esa obra, el joyero es una especie de consejero matrimonial que por
medio de los anillos y las joyas se da cuenta cómo viven los matrimonios. Daba consejos sobre estas mismas dimensiones a
los matrimonios en post-guerra.
A través de la Historia de la Salvación, la
fidelidad de Dios a su pueblo es un tema recurrente. Dios es el maestro de la
fidelidad que nos ha amado a pesar de tanta ingratitud. Él tomó la iniciativa,
mediante una alianza que ha sido renovada. Ahora, nosotros debemos corresponder
a esa fidelidad para mantener activa esa alianza. Dios se desposa con su pueblo
desde el Antiguo Testamento y sigue renovando la relación nupcial con su amada
esposa.
La primera infidelidad fue el pecado. La palabra ´pecado´ en arameo implica
no dar en el blanco, es decir, no estar presente donde se supone que debemos
estar. El primer hombre,
Adán, había sido ubicado por Dios en el paraíso. El Génesis nos relata cómo
Dios visitaba a Adán, con la brisa de la tarde. Había un lugar de encuentro
común. Después del pecado, Adán faltó a la cita: “He oído tus pasos en el
jardín, tuve miedo porque estoy desnudo y me he escondido” (Gen. 3, 10). El
Señor Dios lo ha llamado: “¿Dónde estás?”
(Gen. 3, 10). Pero Adán no ha dado en el blanco. Faltó a la cita. El
infiel no llega a la cita que tiene con Dios ni con su esposa, lo mismo sucede
en el caso de la mujer infiel. Con la infidelidad, crece también la cizaña de
los celos. Desconfían de sí mismos y de sus cónyuges. Por lo tanto, el celoso
patético ya trae arrastrando consigo el primer acto de infidelidad. No es fiel
ni consigo mismo ¿cómo puede ser fiel a su amada (o)? Trae la herida del pecado
original muy profunda y no abre su corazón a la gracia para que sane su corazón
de sus múltiples heridas. Othello, aunque es una obra literaria de Shakespeare, es
todo un perfil sicológico y espiritual de los celosos. No abre su corazón a la
gracia, sino a su infidelidad ya inherente que son los celos.
Hemos faltado a muchas otras citas con Dios y hemos fallado en
reconocer a Jesús como el fundamento más propicio para la fidelidad. San Pablo
insiste en recordarnos que Cristo es la mejor revelación de Dios. La epístola a
los Hebreos nos permite reflexionar sobre nuestra fidelidad como hijos de Dios.
Los líderes judíos se consideraban discípulos de Moisés, que era considerado
como Dios Sacerdote (Ex 4:16; 7:1), aún la
literatura rabínica lo consideraba un dios. Cuando San Pablo declara a Jesús
“mejor que Moisés”, creó un antagonismo con ellos (Gal 1:6-10; 2:16-21). Cristo
ha sido el mediador de la alianza definitiva, que es superior (Hb 8, 5-6).
Moisés había sido fiel en el ministerio preparatorio para esta alianza
definitiva, pero la alianza basada en la ley de Moisés no tenía un fundamento
suficientemente sólido para sostener la fidelidad del pueblo hebreo, ya que no
tenía la provisión de la gracia para mantenerla, lo cual condujo
inevitablemente a la infidelidad de la desobediencia y al fallido auto-esfuerzo
en sus obras. Sólo la gracia y la verdad
constituyen fundamentos sólidos, como se manifiestan en Cristo (Jn 1, 17). Por
la dinámica de la vida de Cristo, los Cristianos gozamos de esta provisión. Moisés
fue fiel en la Antigua Alianza como siervo de la Casa de Israel (Números 12, 7),
mientras que Cristo es fiel como Hijo en su propia Casa, que es la Iglesia, lo
cual implica que ha venido a reinar sobre todas las cosas (Hb 1:2) como
heredero. Como hijos de Dios, nosotros necesitamos la fidelidad para proteger
nuestra propia filiación como hijos de Dios por la gracia, ya que la
infidelidad conduce a la esclavitud del pecado y nos priva de la libertad que procede
de Dios.
El matrimonio necesita revestirse
de esa gracia para renovarse y fortalecerse.
La coherencia y la constancia deben salvaguardar la intimidad para que
la fidelidad fortalezca el vínculo. Es por eso que es importante que los
esposos recurran con frecuencia a los sacramentos de reconciliación y
Eucaristía, ya que Dios es el autor de la dinámica del Amor.
La fidelidad en un matrimonio
requiere perseverancia. Con la infidelidad se corre el riesgo de desfigurar la
identidad y reducir la esperanza a algo efímero. La mujer adúltera pierde su
identidad de casada para unirse a un hombre que no es su marido, con esto
destruye su propio matrimonio y hiere a sus hijos; puede haber aún más dolor si
se destruye también la familia del hombre que no es su marido. El pueblo de
Israel olvidó que había sido liberado de Egipto por Dios y se construye un
becerro de oro (Ex 32, 1-35) y deposita su esperanza en un ídolo. Su identidad
se diluye junto con el oro fundido del becerro, apartándose también de su
misión de pueblo elegido. El Rey David pierde su identidad de ungido del Señor
(I Sam 1-13) desde la terraza, cuando ve a la mujer de Urías. Pone su esperanza
en el placer. Dos ancianos pervertidos se olvidaron de Dios y de sus justos
juicios porque deseaban con pasión a Susana, la hermosa esposa de Joaquín en
Babilonia y buscaron la ocasión para sorprenderla a solas y acosarla (Dn 13, 1-64),
perdiendo su identidad como ancianos y
guías del pueblo.
¿Es difícil ser fiel? La
fidelidad implica la observancia de la fe que se debe al ser amado. A lo ll
largo de los años que transcurren en el matrimonio, debe ser objeto de
constante renovación, partiendo de la tradición y proyectando la esperanza del
presente hacia el futuro. La vida ofrece retos que hay que superar, pero no es
posible fructificar sin la fidelidad. Hay matrimonios que viven su fidelidad de
una forma asfixiante, donde no hay armonía y se vive con criterios que no
tienen nada que ver con el amor. La fidelidad debe ser creativa, estableciendo
un puente entre la renovación y la tradición sin provocar rupturas. El temor de
quedarse anclado en el pasado proviene del culto que hemos desarrollado al
cambio en nuestra sociedad. El cambio no
es lo más importante en un matrimonio, sino más bien el ideal de la unidad, en
virtud del cual se casan, los valores,
las virtudes y la santidad, para interpelar las nuevas situaciones y responder
a los signos de los tiempos eficazmente. Hay gente que teme comprometerse de
por vida porque ese compromiso impediría el cambio. Por lo general, se trata de
personas que adoptan actitudes hedonistas para acumular sensaciones de
gratificación instantánea, pero esa excitación hace que su sensibilidad de
embote, de tal manera que llegan a confundir el amor con la pasión.
En la actualidad, con el
creciente índice de divorcios y desintegración familiar, millones de jóvenes
rechazan el compromiso matrimonial porque
no ven ninguna garantía de que el amor perdure. Es necesario brindarles una
formación en la calidad de las relaciones, explicándoles que el amor no es una
apetencia efímera o una pasión, sino que requiere un estado de encuentro, para
que se disipe la inestabilidad de los sentimientos y la incertidumbre que
acarrea depender del estado de ánimo y de las emociones. Se necesita responder a la cultura del
relativismo moral y a la manipulación de los medios, que sostienen una visión
utilitarista de las relaciones. Promovemos el valor del amor conyugal, con una
resolución firme en todas las circunstancias, dispuestos a asumir
responsabilidades en la propia vida, para conducirla por el valor de la unidad,
que ejerce la función de ideal en el matrimonio, en vez de abandonarse al
sentimiento en turno. Ser fiel no es ser terco, sino más bien es ser
perseverante en lo que realmente vale. El amor conyugal subsiste gracias a la entrega
mutua, es una oblación. Si se confunde con una atracción, no recibe la fuerza
que da el valor de la oblación y no será capaz de superar las oscilaciones de
los sentimientos, que lo pueden esclavizar. El matrimonio no es una institución
pasiva que marcha a la deriva de las tempestades que le ofrece la cultura y las
tendencias, requiere una participación efectiva para que se dé una relación
fecunda de encuentro y descubrir su verdadera riqueza interior.
Otro factor que ha contribuido
significativamente a la infidelidad es el movimiento feminista durante los
últimos 50 años. Millones de mujeres han renunciado a su naturaleza femenina
esencial para dar ceder el paso a la ideología. El egoísmo se ha elevado al
pedestal de la liberación con nefastas consecuencias que han afectado la propia
identidad de la mujer. La Dra. Laura Schlesinger ha publicado su best-seller “The
Proper Care & Feeding of Husbands” en respuesta a los planteamientos que
recibe en su programa de radio. No es propiamente un libro de sicología, lo que
contiene son precisamente la sabiduría que las mujeres de hoy en día deberían
recibir de sus propias madres.
A nivel individual, partiendo de
Gál 5, 16-17: “Si vivís según el
Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. Pues la carne
tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne,
como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que queréis”,
podemos reflexionar sobre nuestra respuesta a las tentaciones. Si respondemos
de una forma carnal en vez de espiritual, es porque estamos cosechando lo que
hemos sembrado. Si no sembramos en nuestro Espíritu a diario, no podremos
cosechar el poder que nos da el espíritu para responder ante las tentaciones.
La oración y el tiempo que dedicamos a la Palabra de Dios no cambiarán
necesariamente nuestras circunstancias, pero nos transformarán desde el
interior.
Yvette
Camou
Enero
31, 2013. Día de San Juan Bosco.
Bibliografía:
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Espenhain, Lorraine E. “The Pruning Knife of
Heaven”. Catholic Digest. March 2008.
Fowler,
James. “Jesus, A Better Ground for Faithfulness”. Union of Christendom/Commentary on Ad Petri Cathedram
Encyclical. Catholic News Agency. October 2009 Release.
Sánchez
Griese, Germán. “Fidelidad al Carisma, entre Renovación y Tradición. Catholic.net, español.
Schlessinger,
Laura Dr. “The Proper Care & Feeding of Husbands”. New York.
Harper-Collins. 2004. Págs. 7, 9.
Shakespeare, William. "Othello". Folger Shakespeare Editions. 2004. Págs. 44-69.
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Sri, Edward. “Men,
Women and the Mystery of Love: Practical Insights from John Paul II's Love and
Responsibility”. Servant Books. 2007. Págs. 56, 73.