Diez consejos prácticos para vivir con fruto el Año de la Fe
por Buhardilleros
Presentamos
nuestra traducción de un artículo, publicado en el sitio
web de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos y escrito por el
Obispo Presidente de la Comisión para la Evangelización y Catequesis, en
el cual se propone a los católicos diez maneras de vivir con fruto el ya
inminente Año de la Fe convocado por el Santo Padre.
Para honrar el 50º
aniversario del Concilio Vaticano II y el 20º aniversario del Catecismo
de la Iglesia Católica, el Papa Benedicto XVI ha anunciado un Año de la
Fe, que comenzará el 11 de octubre y culminará el 24 de noviembre de
2013. El objetivo es reforzar la fe de los católicos y atraer el mundo a
la fe con la fuerza de su ejemplo.
El obispo David
Ricken, de Green Bay, Wisconsin, presidente de la Comisión para la
Evangelización y la Catequesis de la Conferencia Episcopal de los
Estados Unidos, ofrece “10 modos con los cuales los católicos pueden
vivir el Año de la Fe”. Tomados de las directivas de la Congregación
Vaticana para la Doctrina de la Fe, algunas de estas sugerencias son ya
pedidas a los católicos; otras se pueden observar en cualquier tiempo y
sobre todo durante el Año de la Fe.
1. Participar
en la Santa Misa. El Año de la Fe quiere promover el encuentro
personal con Jesús. En el modo más inmediato, esto tiene lugar en la
Eucaristía. Una participación regular en la Misa refuerza la propia fe a
través de las Escrituras, el Credo, las oraciones, la música sagrada, la
homilía, recibiendo la Comunión y formando parte de una comunidad de fe.
2. Confesarse.
Como para la Misa, los católicos reciben fuerza y profundizan su fe
celebrando el sacramento de la Penitencia y Reconciliación. La confesión
llama a volver a Dios, a expresar dolor por las caídas y a abrir la
propia vida al poder de la gracia sanadora de Dios. Perdona las heridas
del pasado y da fuerza para el futuro.
3. Conocer las
vidas de los santos. Los santos son ejemplos válidos para todos los
tiempos de cómo vivir una vida cristiana, y suscitan una esperanza
infinita. No sólo eran pecadores que incesantemente buscaban caminar
hacia Dios, sino que ejemplifican también las modalidades con las cuales
servir a Dios: la enseñanza, el trabajo misionero, la caridad, la
oración, y sencillamente esforzarse por agradar a Dios en las acciones y
decisiones ordinarias de la vida cotidiana.
4. Leer la
Biblia cada día. La Biblia ofrece un acceso directo a la Palabra de
Dios y narra la historia de la salvación de los hombres. Los católicos
rezan con las Escritura (siguiendo el método de la Lectio Divina u
otros) para sintonizarse mejor con la Palabra de Dios. No se puede
prescindir de la Biblia para un sano crecimiento durante el Año de la
Fe.
5. Leer los
documentos del Concilio Vaticano II. El Concilio Vaticano II
(1962-1965) ha traído una gran renovación en la Iglesia. Una renovación
en la celebración de la Misa, en el rol de los laicos, en la
auto-comprensión de la Iglesia y en la relación con los otros cristianos
y con los no cristianos. Para llevar adelante la renovación, los
católicos deben conocer lo que enseña el Concilio y cómo enriquece la
vida de los creyentes.
6. Estudiar el
Catecismo. El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado
exactamente 30 años después del comienzo del Concilio, trata en un solo
libro los dogmas de fe, la doctrina moral, la oración y los sacramentos
de la Iglesia Católica. Es un verdadero recurso para crecer en la
comprensión de la fe.
7. Voluntariado
en la parroquia. El Año de la Fe no puede limitarse al estudio y a
la reflexión. El sólido fundamento de las Escrituras, del Concilio y del
Catecismo debe traducirse en acción. Un óptimo lugar para comenzar es la
parroquia, ya que los carismas de cada uno ayudan a construir la
comunidad. Todos son bienvenidos para convertirse en ministro de
acogida, músico litúrgico, lector, catequista y muchos otros roles de la
vida parroquial.
8. Ayudar a los
necesitados. La Iglesia exhorta a los católicos a donaciones de
caridad y a socorrer a los necesitados durante el Año de la Fe, ya que
en el pobre, el marginado y el vulnerable se encuentra Cristo
personalmente. Ayudarlos nos conduce cara a cara con Cristo y constituye
un ejemplo para todos los demás.
9. Invitar a un
amigo a Misa. El Año de la Fe tiene ciertamente una relevancia
global, y quiere promover una renovación de fe y de evangelización para
toda la Iglesia, pero un cambio real tiene lugar a nivel local. Una
invitación personal puede realmente marcar la diferencia para alguien
que se ha alejado de la fe o se siente ajeno a la Iglesia. Todos
conocemos personas así: por eso es bueno poder invitarlas amigablemente.
10. Encarnar
las Bienaventuranzas en la vida de todos los días. Las
Bienaventuranzas (Mt. 5, 3-12) ofrecen un rico programa para la vida
cristiana. Ponerlas en práctica es muy útil para ser más humildes, más
pacientes, más justos, más transparentes, más misericordiosos y más
libres. Es precisamente el ejemplo de fe vivida el que atraerá hacia la
Iglesia en el Año de la Fe.
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