Mc 12, 1-12 |
Y
no queremos pagar el precio de nuestro alquiler, porque en esta vida
estamos de paso, y para alcanzar la otra, la verdadera, la que deseamos
alcanzar, tenemos que pagar un precio, el precio de nuestros frutos de
amor.
Pero
no queremos pagar, ni hacemos caso a aquellos que quieren ayudarnos, a
la santa Iglesia, al Papa, a los obispos, a nuestros padres, a los
amigos que tratan de ayudarnos. Rechazamos a todos, e incluso no creemos
en el Hijo ni en su Verdad...
No
escuchamos su Palabra. Consideramos todo pamplina e invento para
someternos como borregos, y solo pensamos en quedarnos con la viña, a la
que ya consideramos como nuestra. Y tanto, que nos encontramos con
derecho de mandar en nuestro cuerpo, y hacer de él lo que queramos. De
tal forma, que pensamos que tenemos derecho a matar al ser vivo que nace
dentro del seno de su madre.
Hemos
decidido que la viña nos pertenece, y que nosotros somos sus verdaderos
dueños. Como podemos observar, la parábola no es del ayer, ni un cuento
de algo que pudo pasar, sino algo real y que está pasando. Y de la cual
historia somos nosotros reales protagonistas.
El
Señor de la Viña, que somos nosotros, espera que demos los frutos que
hemos recibido, pues tenemos los medios necesarios para darlos. Cada
cual según la valía y la tierra dada en alquiler, y cada cual según el
talento de amor recibido. Serán nuestros frutos de amor los que
decidirán el precio del alquiler solicitado. Ni más ni menos, solo en la
medida de los talentos recibidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión nos ayuda a conocernos, también a conocerte, y en el mutuo conocimiento nace la comprensión, la confianza, las diferencias, los defectos, las virtudes...etc.
Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.