Cuando estás dispuesto a servir, a darte y piensas como puedes ayudar a los demás, en tu familia, en tus círculos de amigos, en tu trabajo, en tu vida...etc., estás amando.
Pero ese amor necesita acompañamiento, dirección, y se hace necesario dejarte guiar por el amigo o la persona que, alumbrados ambos por el Espíritu Santo, pueda acompañarte a encontrar el verdadero camino.
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Tu opinión nos ayuda a conocernos, también a conocerte, y en el mutuo conocimiento nace la comprensión, la confianza, las diferencias, los defectos, las virtudes...etc.
Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.