domingo, 31 de marzo de 2013

Homilía del Papa Francisco en la misa «in cœna Domini», celebrada en el correccional de Casal del Marmo (Roma) (28-3-2013)



Esto es conmovedor: Jesús que lava los pies a sus discípulos. Pedro no entendía nada, se negaba. Pero Jesús le explicó. ¡Jesús –Dios– hizo esto! Y él mismo explica a los discípulos: «Comprendéis lo que he hecho por vosotros?. Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn 13, 12-15). Es el ejemplo del Señor: él es el más importante y lava los pies, porque, entre nosotros, el que está más alto debe estar al servicio de los demás.
Y esto es un símbolo, es un signo, ¿no? Lavar los pies significa: «Yo estoy a tu servicio». Y nosotros también, entre nosotros, no es que tengamos que lavarnos los pies todos los días uno a otro, pero ¿qué significa esto? Que debemos ayudarnos uno a otro. A veces me he enfadado con uno, con otra… pero… olvídate, olvídate, y si te pide un favor, házselo. Ayudarnos uno a otro: esto nos enseña Jesús y esto es lo que hago, y lo hago de corazón, porque es mi deber. Como cura y como obispo tengo que estar a vuestro servicio.
Pero es un deber que me surge del corazón: me gusta. Me gusta esto y me gusta hacerlo porque el Señor me lo ha enseñado así. Pero vosotros también, ayudadnos: ayudadnos siempre. Uno a otro. Y así. ayudándonos, nos haremos el bien. Ahora haremos esta ceremonia de lavarnos los pies, y pensemos, que cada uno de nosotros piense: «¿De verdad estoy dispuesta, estoy dispuesto, a servir, a ayudar al otro?». Pensemos en esto, tan solo. Y pensemos que este signo es una caricia de Jesús, una caricia que da Jesús, porque Jesús vino precisamente para esto: para servir, para ayudarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión nos ayuda a conocernos, también a conocerte, y en el mutuo conocimiento nace la comprensión, la confianza, las diferencias, los defectos, las virtudes...etc.

Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.